Un martes rutinario nacía con un griterío al despuntar, clama el tabernero que cual macaco se escabulle a toda mecha un bolso acaba de hurtar. Reacción mía es impasible, barrio donde vivo es un naufragio humano, mas el sueño se ha quebrado, y dado las saetas del despertador avanzan aledañas a la hora en punto doy el dormir por finiquitado. Alzo persianas, y desde mi amplio ventanal completo izarse la candela dorada en el céfiro teñido de ese imberbe azul difuminado, dura tanto como un fugaz parpadeo, pues he de retomar mis actividades cotidianas, es un ritual idéntico todas las mañanas.

Almuerzo mi vaso de leche, rebanadas de pan he pesado en la báscula por controlar la dieta, he amasado en la cocina con mi artesana receta, que de comprar en panadería se embulle un rosario de edulcorantes químicos y aceites venenosos, a la industria alimentaria le importa una mierda la salud de los bípedos piojosos. Cubro mi efigie con prendas, predominan los tintes níveos o foscos, y hasta el mediodía mi labor no es ningún misterio, secretaria en un despacho de abogados, juraba mi abuelo que alimañas deberían cambiar su corbata por el collar de los ahorcados. Sueldo a mí me suministran, es papeleo y burocracia, ¡y fíjese qué ironía!, que muchos trámites ya tienen su plantilla escrita, sólo falta inscribir apodo de la víctima y el malvado, y de ahí presentarlo para ante su señoría ser juzgado.

Salgo a mitad de mi faena cuando las arpas de las cándidas aves resuenan por cuyo manto su tono ha virado a una garzo contaminado, es la atmósfera de cualquier gran ciudad, a la muchedumbre no le pida piedad. Porción de pulmones putrefactos y voluntad endeble fuma, son a decenas de miles que aumentan como la espuma, y hay otro grupo de vehículos atolondrados, arrancan y frenan y aparcan y entorpecen, claxon aporrea el histérico, y al discutir mírele la jeta, ¡óigame, vaya al médico!, tiene su pelaje ictérico.

Fábricas rugen a todo trapo, en sus avenidas desfilan camiones que en las maniobras se descubre al conductor enloquecido, pero si busca los culpables del aire intoxicado mire a la cúpula del planeta, aviones por doquier, ¡para qué tengo trasiego!, si son turistas para visitar un penoso monumento o surfear cuyas olas prodigiosas erige en su costa el viento. Algunos se excusan por negocios, llaman a su amada alejadas muchas millas, y al narrar sus vicisitudes es el relato terrorífico que a todas y todos nos asolan pesadillas, ¡ay, esposa ingenua!, el cerdo colinda con los vívidos destellos de la lumbre de un prostíbulo, cita de cruda infidelidad es el venidero capítulo.

Regreso al gabinete por asfalto para llegar a las cuatro de la tarde, ¡maldito horario!, transito doble viaje con los ecos de las ruedas que reproduzco por inercia su cantinela, y muchas veces al llegar me encuentro en el pórtico al impetuoso cliente cual porte de centinela. Asesoro y atiendo en pormenores, el empresario pregunta por un permiso, el búfalo se quiere desprender de una multa, y el divorciado en pleno proceso se aprecia que en su avaricia algo oculta. Según caso, les entrego documentos y formulario, ¡tráigalo rellenado sin omitir ninguna letra del abecedario!, y en los casos complejos le doy cita para el letrado o notario.

Clausuré bufete cuando se avecinaba el reverenciado ocaso, mas finalizada esa jornada procedí a un cambio esporádico, fue cuyos hechos derivaron a topar con un caco satánico. Vayamos por partes, desvío de la costumbre clásica fue dirigirme a un centro comercial, quise adquirir lujos y caprichos, dicho sea en la expresión coloquial. Aborrezco multitudes, prefiero las tiendas con el trato vecinal, pero excepción se debió a la ingente cantidad, hubiera de haber recorrido la metrópoli entera y su periferia durante una semana para encontrar semejante inmensidad.

Copé el vehículo con el maletero a reventar, últimos bultos ya protesta el portaequipajes, ¡paquetes que te lo lleven los pajes!, y en vista de su rebeldía deposité los fardos expulsados en el asiento trasero, ¡aprisa!, que llevo artículo perecedero. Treinta minutos por carretera de dos carriles distan de mi morada, y alcanzada mi choza tengo por obstáculo el acceso del garaje, hay una barrera automática de peaje, y plaza de aparcamiento mío se ubicado en el sótano, a la zurda el viraje.

Descargo sin ayuda, dado vivo sola después de haber conseguido mi independencia económica y laboral a los pocos meses de haber rebasado los veinte años de edad. Desde aquella efeméride, cual ha transcurrido un lustro, soy feliz en soledad, mas si se me permite un inciso de añoranza melosa le confesaré alguna transformación, dejé crecer mi cabello y ahora luzco una melena lisa de cual rojo cobrizo emula el rúbeo crepitante de la lava en erupción. A fiestas acudo cuando me da la gana, voy en busca de príncipes pero en las charcas de las discotecas abunda la rana, y por citar otra metamorfosis, aun a riesgo de llamarme usted paranoica, tengo otra mirada, que exquisito poeta definió en letras de su fina estilográfica, dijo, ¡hechiza el resplandor de su lago turquesa!, marineros y piratas viran rumbos prendados de su belleza, ¡dónde vais!, se ha de ser galán para conquistar a la marquesa.

Agradezco la cesión en su lectura, es una pausa inocente que en nada me distrae, pues estacionado el carruaje saludo con un lacónico buen deseo al inquilino del tercero, es el arquitecto de cual se rumorea usa su fortuna con un dispendio tacaño y austero. Mercancía deposito en un carro, pero por voluminosa me requiere varios de desplazamientos, el itinerario es calcado incluso en los pasos y movimientos. Trajino hasta al ascensor, aprieto botón, y ya en mi planta recorro el vestíbulo con esa lentitud de cual convicto lo guían al patíbulo. Ganzúa coloco en cerradura, viro sus vueltas y al ceder los goznes sitúo las cajas en un recodo del comedor, ordenar haré a posterior. Bucle continua, y al completar la trilogía cierro el portal, haber descuidado su excesiva apertura fue mi error fatal.

Ocurrió que durante el periodo de mi imprudencia se coló sigiloso un ladrón, bastardo vino por saquear los cajones de perlas y corales, ¡merluzo novato!, detesto las joyas y adornos triviales, ¡déjalos en el fondo submarino!, es precioso el mosaico vivo de su púrpura y bermejo con el esmeralda y ambarino. Cual acecha su presa el felino, se escondió en el dormitorio, aguardó el instante preciso para su huida o perpetrar el desvalijar, pero aciaga decisión tuve al decidir los cerrojos sellar. Fruto de esta acción, su fuga tan solo tenía dos vías de escape, saltar al vacío o enfrentarse conmigo al combate, trance provocaría forcejeo y en las correrías por las baldosas algún derrape.

"Ladrón se coló en mi descuido de la puerta abierta"

Anduve ignorante al peligro de los armarios a las vitrinas, toallas limpias coloqué en los soportes de las duchas, engasté rollos para las letrinas, nevera copé de brebajes y manjares, líquidos ninguno contiene alcohol pues soy abstemia, y de muslos y arroz me procuro para evitar el diagnóstico de anemia. Equilibro la balanza por engullir la cuantía exacta de calorías que mantiene mi silueta delgada y cintura avispada, machos enardecidos me adulan con piropos halagadores, ¡princesa, ardo por besar cuyos labios carmesíes refulgen como rubíes!, aunque otros cabritos me encrespan crucificada por su grosería ordinaria, ¡chiquilla, ven y te enseñaré a ser una guarrilla!, mas yo pienso, ¡puto subnormal!, ¡vuelve al parvulario!, allí te enseñarán el respeto con mejor vocabulario.

Colocado todo en un orden minucioso, regresé a estancia que usaba de provisional almacén cuando, en un momento intrascendente, escuché un golpe que me avivó una encrucijada, ¡qué ha sido!, un patinete se cayó en la acera o ha saltado un salmón de la pecera. Silencio reinó cual desierto arábico, tabiques me tapan el firmamento y cerámica sigue imperturbable, y toda la atención la responsabilizo en el oído, ¡tímpano advierte!, en alcoba se percibe un ruido similar a cuyo ratón el queso ha mordido. Algo extraño acecha en ese aposento, paloma habrá mi morada allanado, pero al aproximarme percibo a mi biógrafo demasiado pendiente, ¡por qué tienes la pluma asida!, quizá tengas ramo de rosas de enajenado pretendiente.

Boberías desprecio, me acerco precavida por evitar del pájaro un susto tremebundo, giro la manecilla, y en su albergue descubro una presencia misteriosa, invasor corpulento, hombros anchos de gladiador, se yergue en altitud que me sobrepasa un palmo y otra pizca, músculos han de ser esculpidos en pedrera por cual rey mitológico le dotó de bíceps y pectoral prodigioso, piernas que le sustentan son como las columnas de los antiguos templos griegos, mas su rostro omito descripción, pues encapuchado es tal cual lo avisten ciegos. Empuñaba con terrible apego una pistola, y por inercia o el propio instinto de supervivencia brotó de mí una plegaria, ¡no dispares, por favor!, supliqué temblorosa acorralada por el pavor.

Su honor me negoció, ¡inerte mantendrá el gatillo si me comporto cual dócil monaguillo!, y rauda asentí afirmativa, ¡llévate desde las sedas al anillo!, mas ruego a mí no me haga daño, con los bienes superfluos ya me apaño. Suplantó a mi homilía un mutismo escabroso, en cuya tensión afligida provocó un derrame breve de mi llanto, mas al rodar gotas por el terraplén de mis pómulos esbozó su gesto piadoso, bajó revolver y ordenó tenderme en el suelo, córnea enfocando al núcleo terrestre y las zarpas tras la nuca.

Quedé en esa petrificación de cual fiambre yace enterrado, tan sólo se aprecia mi convulsionado respirar y un sollozo ralentizado, y sumidos en esa macabro ambiente le oí andar hasta mi bolso, flaqueó su cremallera, y al fiasco de hallar apenas en billetes la cuantía de cien euros con algunos céntimos se mostró enojado, inquirió irritado, ¡dónde está el dinero que no has gastado!

Confesé hay unos fajos amagados en cuyas mantas plegadas guardo para el gélido invierno, su mezquita es la alacena superior, ha de escalar el muro trepado en una silla o la escalera, y en cuanto al resto de tesoros almacenados es tecnología su mayoría, el altillo del recinto es su galera. Descubrir otro alijo tendrá el rango de hazaña, dado por el miedo o por los nervios tan sólo alcanzo a confesar que no tengo oro, es mucho trasto de ocio y burradas por decoro, mas si cree le miento puede revolver donde conservo la sal y el pimiento, todo suyo mi reino, que yo me encuentro fosilizada por efecto de la congoja y el sufrimiento.

Por seguridad me mandó colocar las muñecas cruzadas a la espalda, quiso garantizarse la inspección eliminando mi guarda y defensa, y con premura extrajo de sus herramientas una cuerda de longitud inmensa. Dio vueltas en todos los puntos cardinales, de la aurora boreal al hemisferio septentrional, del ártico al antártico y de las pampas argentinas a las estepas siberianas, apretó que en su saña provocó una cierta molestia, y culminó en cuyo rosario de nudos me son inalcanzables, saqueo y sus malicias son inevitables.

Comprobado el rigor de las ligaduras, me irguió cual grumete iza la vela en el mástil, y teniendo al capullo a mi vera aprecié el resurgir de un cuchillo. Perpleja musité un nuevo rezo, ¡no me hagas picadillo!, pero uso que le aplicó fue destripar mi camiseta en cuantos cortes consiguió simular un puzle despedazado, quiso exponer mis pechos al descubierto sin el escondrijo de su capote acorazado. Advertencia fue explícita, ¡haz una tontería y tu próxima parada será la enfermería!, y al dar muestra de mi inequívoca rendición nos dirigimos a la caza del metálico, habrá de escarbar con ese estilo al sembrar del botánico.

Azada de sus uñas excavó por el ropero, goleó cuanto quiso, que la portería carece de cancerbero. Estuches rectangulares albergan zapatillas deportivas, las siguientes hospedan zapatos de tacón de aguja que luzco en las noches festivas, y camuflada entre esta multitud brotará un envoltorio, es la hucha clandestina para cuyas vacaciones en playa paradisíaca ya me despido, ilusión se marchita, adiós a las palmeras en ribera y el océano cristalino, sustituiré por el parque y la sombra de un pino.

Sumó hasta el último diezmo, matemáticas se excluyen de su facultad pues hubo de rectificar, dado al comunicarme la cifra resultante yo le corregí, que entre mi virtudes dispongo de la buena gestión en la economía, mas el dígito correcto también le desagrada, la birria saqueada su sacrificio le degrada. Pesadumbre me asola, ¡no sé qué decir!, registra por bolsillos y repisas, yo en la esclavitud atada estoy anulada de participar en las pesquisas. Alocado esparce todo el contenido por el terreno caótico, las montañas de basura en los vertederos tienen la cima a menor cota, y en el arrojo se ha percibido alguna vajilla rota.

Desvalijado al extremo de haber deshabitado cofres y maletas, se acercó a mí con aquel perverso regocijo de pretender babosear mis tetas, ¡alto ahí!, aprópiate de cuanto te sea imprescindible y márchate, pero anhelos tiene opuestos el botarate. Rabia suya radica en el botín, le da para un alquiler y un salario mensual hasta el confín, mas yo le propongo venda los cachivaches, en tiendas de bártulos usados o a través de métodos digitales pueden ser comprados, van las ofertas desde gangas hasta timos por tangas. Sin embargo, mi propuesta descarta, abordaje tendrá la mayor recompensa en asaltar cuya fortaleza mía ha detectado asustada se aparta.

Hice un último esfuerzo por distraer su fechoría, debe haber efectivo en algún otro lugar de la alquería, quizá moneda que, atenazada por los nervios, me resultaba imposible recordar, y en una épica ejemplar le animé, ¡ponte a buscar! Pérfido delincuente estuvo conmigo de acuerdo, mas escudriñó incluso por aquellos minúsculos huecos a medida de hormigas y arañas, pero únicamente encontró polvo y telarañas. Fue entonces cuando se percató de una insólita saca, tiene un grosor que puede refugiar una vaca, ¡habrá de ser troceada!, entera no hay fórmula viable para lograr su encajada.

Interesado quiso saber su contenido, es de colega cineasta que marchó allende de la pirenaica frontera, y desde su partir sólo en fotos le he visto la cabellera. Jamás he fisgoneado, mi grado de chafardera es cero, y me declaro neutra en la guerra entre espectador y el creador. Quiso inmiscuirse, ¡allá tú!, eres el sádico cirujano y yo la mártir anestesiada, y al abrir la solapa pude discernir con total nitidez una ristra de juguetes maquiavélicos, ¡tenga paciencia!, le desvelo al compás de la escritura su artilugio genérico.

Mayúscula sorpresa nos llevamos, ¡es tuyo!, me espetó interrogativo, y sin un ápice de incertidumbre yo me desentendí, dado la vi repleta de pícaras sogas apiladas en tal cuantía exagerada que extendidas cubren leguas de la cordillera a la costa, cabrón sopeso las adjudicó aposta. Escama ahora se aplaza, que forastero ha sonreído malicioso, es su deseo darles un servicio vicioso.

"Mordaza encontró el ladrón en la maleta privada"

Lance infame se puede sortear en el trato que me ofrece, ¡dame la contraseña de tu tarjeta de crédito!, y en el expolio bancario jura mi íntegra libertad en pacto emérito. Satisfago su propuesta, mas no se fía en el abandono hasta el cajero, hay una legua y si clamo auxilio percibirá mis aullidos el vecino y el barrendero, y dado el petate de cacharros le agasaja decide tomar ventaja.

Mordaza halló en la pila, y acercarla al perímetro de mis encías es cuanto cavila. Dilatar las compuertas de la quijada me ordena, quiere introducir en el cóncavo de la cavidad bucal toda la bola esférica de pigmento cereza, y prensando las correas por cada pómulo ambiciona su coincidencia a las sayas del occipital, donde la hebilla lacra su unión al máximo bestial. Autorización consentí sin impedimento, debió de ser el pánico a convertir mi romanza en una oda de lamento, y al apretar hice el esfuerzo inútil de expulsar el bozal con el empuje de mi mandíbula, ¡ahí se queda fijo!, del frío polar a la canícula, mas aguardo el perdón del captor, he colaborado por dulcificar al infractor.

Idioma nativo es un jeroglífico de consonantes, predominan las efes y las emes intercaladas, se entromete alguna ge y cuyas vocales prevalecen son las oes y las aes, admito la í latina que se relega al texto postergado, mas suena con ese tino inconfundible del acento amordazado. Significado hay vacante de traductor, políglota se rechaza, preferencia tiene el arqueólogo, pues algunas raíces sugieren que sus adjetivos y verbos provienen del sumerio o arameo y dialectos que perdió la enciclopedia del filólogo.

Acto seguido tomó un ovillo, deslía y tomando los dos cabos coloca las líneas paralelas que enreda por mis codos el pillo. Constriñe que el epicóndilo se apega, es tal cual danzan bailarines en su tango sensual, voltea tres circunferencias y se cuela entre el desfiladero formado por los cúbitos, ¡dónde vas!, a la inversa se asoma en la garganta de los húmeros, y así repite hasta rebasar el séptimo de los números. Nervio braquial ha bostezado, lo noto entumecido y al pasar la hoja se habrá adormecido, pero un suspiro nasal delato mi excitación, confieso no fue premeditado ni fingido.

Trabó el nudo donde pulpo con sus tentáculos jamás hubiera conseguido desatar, y sepan que busque con ahínco el ramo, buceo por trincar el tallo y en la frustración de la derrota bramo. Cuatrero me ignora impertérrito, y de la vestimenta en la extremidades inferiores estira, un calvario me pregona en su colérica ira. Quietud que reina la despedazo, es fruto de que su empresa rechazo, y en mi socorro arreo una ráfaga de fallidas coces, ninguna acierta en la diana, simplemente son inocuos roces. Habilidoso esquiva los mejores disparos, y en el rato de cuyo pataleo es insuficiente por completar la recta en la pista de atletismo consigue su fetiche de verme desnuda, ¡llamaré a tu florida mujer!, ¡felicidades, señora!, ha obtenido el diploma de cornuda.

En batalla me manejó cual si fuese yo una croqueta, me reboza con las cuerdas que habrá pensado el canalla soy una fritura, aguardo cocinero que le dé aviso a la criatura. Escándalo calca la tensión que se vive entre fogones, patadas ojalá le encaste un mísil en los cojones, pero la postura en cual se ha abalanzado ha logrado inmovilizarme como maestro de artes marciales, comportamiento gemelo tiene en la planicie africana los leones y salvajes animales. De pisotones desisto, su jaque embarazoso me pone en cuyo aprieto representa la partida hipotecada, primacía ya no puede ser recuperada, y al capitular vierte los giros en tantas toneladas que para escapar necesito filos de incisivas espadas.

Jadeo que liberé es de cansada, y al quedarme inerme aplica las envolturas como quien adorna un árbol navideño. Quisiera explicarme con mucho mayor detalle, pero el remoto espejo no entra en la trayectoria para darme reflejo, y capullo sigue absorto en su empeño. Habré de recurrir a la sensación, escalofríos que me producían una inaudita emoción, es agradable del algodón su tacto y se aprueba su contacto, ¡majadera!, me tildarían las amigas, los amarres sensuales te han secuestrado, y villano es un degenerado. Razón os doy, ¡camaradas!, soy rehén con las jarcias que reptan sin censura, lo contaré con tímida abreviatura, quilla se hunde en las costillas con bruta dureza, y los rodeos sucesivos sueldan los brazos a la lordosis lumbar y la cifosis torácica con severa crudeza. Rellenó las grutas que la arquitectura ha esbozado, y consolidó una tregua cuando dicha fase ha coronado.

Sirga pariente se posó por cofia y faja de mi pecho, y rudo empujó encerrando bíceps y tríceps con absoluto despecho. Reptó a canal de las axilas, bifurcó donde el dorsal dibuja su litoral, y estrujó con esa potencia que espacio por cual cruzar la pulga se restringió tapiado, ¡joder!, por qué tanta maraña, será alarde de su destreza con la caña, dado cualquier resquicio de escapatoria hace siglos que se ha fulminado. Mírame, ¡cacho alcornoque!, soy ya prisionera, vete a rellenar tus arcas y vuelve rápido, que el espanto me pintarrajea la jeta de un desagradable matiz pálido.

Frenó tras ese hecho su carroza, ¡qué ocurre!, medité yo, trastada no avanza y el ratero se ha petrificado, me observa movido por aquel orgullo que le invade al artista culminada su obra, perenne es su pausa sobre la peana del azulejo, ¡muévete!, que emulas la pinta patidifusa de todo viejo. Ruego mío soslaya, se sostiene soberano contemplando el mundo maravilloso que ha creado, y movido por su espíritu lascivo decide aplicar una serie de anexos, en tanto lío di por supuesto iba a ser inconexos.

De mi equivocación con diligencia me percaté, la forma y el destino tiene bien calculado, son las jarcias que enrolla en mis tobillos y arrastra cada uno a su antónimo horizonte, sureño es dominio de pingüinos y nórdico hay llanuras infinitas que son potestad del vigoroso bisonte. Enlazó en los hierros del somier, y al afianzar la hegemonía de las ataduras delineaban mis piernas una pirámide geométrica perfecta, base entre ambos calcáneo y la cúspide que señala la soberana cueva directa.

Surcó otra liana, ¡venga ya!, límite ya ha prescrito, ¡cesa ya del envoltorio!, pero decidido aplica otro supletorio. Enganche acontece en un lugar por detrás fuera de mi control visual, estira huraño a las barras superiores como quien amarra el velero a la boya, y al consumar compruebo que soy maniquí disecado, audaz pretendo un mísero desplazamiento, son pulgadas miserables cuyo balanceo roñoso es tristemente penoso, ¡es preferible paciencia en el atasco!, me aconseja el pensamiento.

Elemento mezquino simula ademán de largarse, y pupilas mías que sacian las jornadas relucientes de la hermosa primavera me confirman su deserción. Dime al menos una despedida, con esa maléfica frialdad sólo actúa la víbora y el puerco, y emití un murmullo estremecedor, amordazada y atada el abandono puede ser desolador, pero haciendo caso omiso a mi quejido oigo se marcha terco.

Fantasía mía deambuló a partir de ese momento en unas elucubraciones sólo aptas para expertos en álgebra y ecuaciones, pues si trazo correcta mis logaritmos y polinomios y esas mandangas ha de ir por cuya vivienda reside la profesora de instituto. Salida a la calle efectúa en treinta segundos, evitará cruzar frutería que exhibe manzanas enceradas que le imprimen un nocivo brillo impoluto, y si mis suposiciones son ciertas cruzará el semáforo por la vereda del local cerrado, dado así eludirá cualquier cámara con la que pueda ser grabado. Esquina que le reemplaza ha de ir por la cebra peatonal, ¡cuidado con el andamio!, sus patosos albañiles pulverizan la fachada que los cascotes son un diluvio, vi ayer protestar un individuo, pero zánganos fueron ellos quienes se quejaron, en la discusión una espectacular bronca armaron.

Aquel tramo en vertical debe de haber rebasado si mi cómputo es académico, lo situó por la farmacia donde germina un corto callejón, ¡vaya por el asfalto!, que sus andenes están llenos de meados y excrementos, es el vestigio de los ciudadanos al paseo de su mascota, también de algún borracho con la cordura en bancarrota. En su desembocadura habrá de cruzar, vehículos circulan en doble sentido entre un enjambre de ciclistas suicidas y patinetes psicópatas, y en la travesía cuyo bautizo corresponde a un político corrupto, ¡típico de este país!, ha de continuar hasta hallar el símbolo veintitrés, surge abrupto tras tugurio mugriento que sobrevive gracias a su fiel feligrés.

Precaución habrá planeado para su delito pasar desapercibido. Estratagemas que yo concibo las contamina el exceso de películas, pues del elenco medito se habrá cubierto con peluca oscura, o por salvar su prueba dactilar llevará algún guante, o lucirá un casco, en noticias se ha difundido la práctica usada por maleante. Por ser sincera, en ardid del furtivo soy ignorante, pero en la situación que me hallo rezo por su éxito sin sobresalto, retrocede la ruta al revés, y con astucia de guepardo vuelve deprisa, que atada inflexible te añoro y te aguardo.

"Forajido prometió castigo atada y amordazada"

Entró con la furia de jabato que huye de la cacería, me acusa de dar mal la combinación, pues al teclear le ha denegado la apropiación. Habrá hecho fallo al pulsar el lerdo, yo he sido honesta, pero exaltado promete me va a castigar, ya puedo pedir perdón en la jerga que quiera, la sanción no me va a condonar. Suplico mi derecho a réplica en aquellos aullidos afónicos que me tolera la mordaza, pero su sentencia es irrevocable, y dando por caducada la paz le vi asir un armatoste, es un vibrador con la rigidez de un poste, ¡ni se te ocurra!, su chola apunta a mi orificio, ¡no lo hagas!, la leyenda cuenta que tras su boquete hay un precipicio. Explorador detesta la fábula, y el garrote se acuñó al abismo de su cuna, ¡sal!, invasor he de expulsar, mas mi tesón se muestra baldío, es mayor su brío al propulsar.

Sonata entona dos coristas, crápula con sus blasfemias y yo envuelta en una sinfonía que recibí consulta de la ópera, ansiamos soprano para cubrir la temporada, ¡de divas hay en el conservatorio!, mi serenata es de un timbre mortuorio. Espíritu le duele su afrenta, y el embiste todavía se agrava, que habrá confundido mi caverna donde machaca el mortero su ajo, pues con ese sabido desagravio aplica ese aparato el espantajo, balancea arriba trepidante, abajo desvergonzado, a derecha travieso, y a la izquierda ya es su odio poseso.

Forajido me imputa haberle tomado el pelo, ¡dame la libertad oral y te confirmo la secuencia!, pero me trata cual ratón aprisionado en las garras gatunas, goza con las lágrimas que derrama mis glóbulos oculares, torrente se escurre por el maxilar, patina en el área de las comisuras y se encharca al linde del cartílago tiroides. Tan descomunal es su satisfacción que sus falanges distales ausentes del bombardeo osan pellizcar mis pezones, agarran su pico preso y el tocino retuerce por enaltecer en su pinza el ingreso. Bordeó aureolas raspando con sus pezuñas como rastrillos, órbita osciló en el eje rotatorio de un rodillo, y en ese socarrón despiste presionó el interruptor que activo vibración del pepino, por describir la angustia se me agotan los sinónimos, habré de utilizar en la agonía sus homónimos.

Testifico que mis gemidos son las notas del amor sublime, aquellos puros gorgoteos que el coloquio intrascendente dirime, pero si le presta un mínimo de atención es fácil distinguir su fúnebre pena de la alegría serena. De aprender la lección, auditorio verá he borrado la delicia de la partitura, la grafía prescinde de aquellas frases calientes de ternura, aunque la platea aplaude encarecida, son como focos amaestradas en los balcones de la sanitaria dictadura. Ovación se debe al primitivo instinto depredador, callan de reproche y apuntalan la carnicería al entregarle limpio cuchillo y tenedor.

Sumergidos en aquel estropicio, recitó poemas que si hubiera concurso literario en el infierno preséntese a su premio, violencia es majestuosa en el gremio. Contrarresto yo las acusaciones en un vaivén negativo de la testa, pestañeo alicaído y reitero mi nobleza, que los datos consignados son válidos en total certeza. Duda le aprecio por mi firmeza, pero inmerso en cuya voluntad me destruye prorroga el taladro, alcayata en el muro va a debilitarse para derrumbar el cuadro. Zarpa transporta de una ubre a su siamesa, doctora dirá que en fotografía se demuestra son asimétricas, ¡cállese su opinión!, rechazo a genocidas de matanzas tétricas. Soy consciente que energúmeno muele mi subterráneo, es un duelo que me eclipsa y me aniquila, aunque por arte de magia se produce un milagro, vapuleo cesó y el reposo consagro.

Farfulló el mastuerzo tener una idea, acudió al escritorio y con aberrante templanza confiscó mi teléfono móvil. Afiliación transigí, y por los archivos hurgó información reservada, ¡prohibir dígame cómo!, si me tiene apresada. Halló claves por doquier, rúbricas que son imprescindibles, y en el júbilo mostró otra preferencia, deserta de mi compañía a conciencia. Musitó un epitafio donde sólo capté en su léxico el voquible melancolía, y aterrada por las circunstancias que se avecinaban berreé horripilada, estoy dispuesta para ser follada. Argumento declinó, y allí marchó, ¡dime cuándo volverás!, que mi ángel gallina me cuchichea augurios horribles, la somanta no superarás.

Tuve oportunidad de sobras por enfrascarme en esa guerra tremebunda, me falta escolta, ni en mazmorra ni adyacente escucho las risas ridículas o ladridos intempestivos que la urbe inunda. Responsabilidad depende mía exclusiva, cadenas he de quebrar, mas el cometido debe haberlo asignado un traidor, pues me zarandeo que voy a convertir el cuadrilátero en ruinas, y el estruendo que resuena al remolcar por adobes los soportes metalizados se percibe en toda la finca, ¡harán reformas!, dirá holgazana que no brinca. Gimoteo a decibelios que dan fama al tenor, productor teatral asegura que la estrella se merece un tutor, pero truhan adora su pedestal, y les embauca con el timo tradicional de ser único autor.

Artimañas he pifiado, dúo de inútiles me han defraudado, mas persisto con otro procedimiento, alzo las nalgas y por la ley de la gravedad suelto su caída a plomo, ¡burda teoría!, sólo consigo molestias en el glúteo y el lomo. Desisto con un aliento expirado, combate heroico he derrochado y ahí quedo desolada, cuervos al migrar harán de mí su cena, y justo entonces, cuando ya el desfallecer se intuye en el acantilado, oigo el rudo cascabeleo de las llaves, inconfundible es su argolla, ¡galope quien sea!, al soltarme desvelaré si el lloro es de carcajada o por cebolla.

"Villano me penetró por celebrar su victoria"

Tirano ha vuelto contento, porta un fajo de efectivo con mi saldo a cero, ¡maldito cabrón!, que lo exhibe notorio en público, me he lucrado abnegada y en su ignominia ha profanado impúdico. Victoria ha de celebrar, festín conmigo quiere rematar, y al verle desprenderse de su traje sé que pretende en mi cripta un ultraje. Aterriza anárquico su uniforme al cerco del tablero ajedrezado, y nómada acude con su trabuco empalmado, ¡apunta certero!, que vas como un pollo endiablado.

Dardo resbaló muy adentro, tierras de secano se han empapado, ha venido un huracán que su clima meridional ha devastado. Debería de estar agrietado, siendo caritativa pondría un porcentaje de humedad, pero labriegos experimentados atestiguan ser un pantanal, para submarinistas el charco es fenomenal, mas es sólo la novata palada, coro de la orquesta afina sus trompetas y violines y trombones, ha de estar inmaculado el sonido para la excelsa balada.

Arranca la velada a sangre y fuego, ese ímpetu acelera los latidos y el flujo por las venas, velocidades vertiginosas se recuerdan en los trogloditas prehistóricos, similar en la actualidad son mentiras de fanfarrones estrambóticos. Gemidos míos braman que el gracioso de turno da el redoble de tambores, pero patrón que gobierno el timón decide aminorar, mantiene el chorizo en el pajar, aunque sus acometidas las ralentiza, es para gestionar mi paliza. Ahonda que el tejano alberga esperanza de encontrar petróleo, pintor organiza pinceles para retrato al óleo, y sodomita que me enerva se lo toma con calma, barrena aquí y allá a una cadencia frenética, sosiega y vuelve a la carga, en esa textura que no es dulce ni amarga.

Muevo el torso que me es difícil precisar si regateo al temido o me quiero acerca al prometido, dado que su ofensa me origina un lío que no sé esclarecer, por un bando es un gozo y en el contrario presiento perecer. Me apremia un halo de lucidez, pero zoquete se me adelanta y clavada en la cruz me somete a un interrogatorio, pido turno aleatorio. Mandato suyo es tajante, ¡verdugo soy yo al mando!, y al requerir de mi privacidad fechas o detalles descubro que tengo el intelecto inerte, mes del cumpleaños he patinado y apelativo desde el nacimiento he tergiversado. Digo yo que hablemos al acabar, la pelota me impide vocalizar, y longaniza cala en el pozo que anularé la cita con fontanero, ¡buenos días, obrero!, de cañerías ya no es necesario su desembozo.

Pesquisas se encrespan, granuja pincha adrede porque mi éxtasis es su fuente placentera, mas tengo por excusa la mordaza, me estanco en mis mugidos y a sus puñeteras provocaciones le doy calabaza. Por tal comportamiento rebelde va a incrementar el martirio, embate con esa exuberancia que las pelvis impactan, presuroso a la magnitud que mi esqueleto entrego, aminora al verme de júbilo hambriento, y súbito recobra el ser brusco, embiste que me ha sumergido en cuya espesa neblina me he perdido, trémula por el curso de mi pesquero escarnecido.

Ávida orcé la proa a puerto, mas el campesino pervertido me impide salir del huerto, e hinca que ha de vislumbrar desde su faro el útero, hoyos son el istmo que le capitanean a la tuba uterina, pero si los divisa retroceda, pues cuyas arduas historias se vinculan son siniestras, la circulación se restringe y al renacuajo entrometido se le detiene, ¡usted, dónde va!, sentencia es la guillotina, juez determina que con sus falacias finge. Quédese en la antesala, entierre cuanto le plazca el salchichón, disfrute de la gloria y el bullicio, ¡fíjese!, es una diversión siempre en la memoria, dado de la epopeya no puede solicitar su devolución.

Ejército enemigo se ha apoderado de las trincheras, son suyas de cabo a rabo, sutil si la capta es mi metáfora, y con la vehemencia que ostenta se atribuirá reliquias del puchero y el ánfora, antiguallas son un mero ejemplo de cuanto ya se chismorrea, ¡qué dice la cotorra!, alcahueta comenta que alteza es una zorra. Debe su insulto a cual gozo experimenta, cualquier vasalla temblaría ofendida, y emperatriz emana los berrinches de quien se siente dolida, pero churro del pastelero, si vos lo hubiera visto, se había recubierto de una gelatina resbaladiza y viscosa, es de una espesura viscosa y su diámetro sólo elabora la industria libidinosa. Ingredientes es una incógnita para analfabetos, pero sí se sabe una sustancia imprescindible, ha de disfrutar cuando le meten los abetos.

Colofón lo anuncio un cosquilleo por la región púbica, tiene por séquito una serie de preámbulos, sartorio y crural se robustecen sonámbulos, ¡algo se fragua!, que el culo se endurece y el lago desborda su cauce en tal aluvión que el remero aparta su piragua. Riesgo es de riada, corazón bombea a pulsaciones que son de atleta, lóbulos su reserva de oxígeno fleta, laringe entona ese salmo que pugna en popularidad con la liturgia del aniversario, es el versículo previo de cual aleluya en el orgasmo se alaba sin abrevio. Villancico es extenso, melodía repetitiva y sublime que corean desde barítonos a beodos trovadores, himnos los hay para todos los gustos y colores.

Increíble pero cierto, la asquerosa según describe la papagaya locuaz ha sucumbido a la tentación carnal, mientras el simio se mantiene intacto, artefacto sigue soberbio sin indicio de menguar, ¡impresionante!, en mi boda civil quiero utensilio de tan magno calibre en mi ajuar. Tanto golpazo ha provocado en su reclusa un seísmo, sacerdote sugiere aplicar en la doncella un exorcismo, que su armazón mamífero denota un terremoto de magnitud incalculable, ¡esfúmate, impostor eclesiástico!, convulsión que me hipnotiza es colosalmente loable.

Culto rinde la devota plebeya, su pleitesía es intachable y de apuntarse anónima al trío por celos la hubiera despachado a tortazos, que son divinos sus cañonazos, aunque tengo una vertiente ideológica cual propone vaya concluyendo, dado el clonar la copla me está moliendo. Ante sabia moción yo asiento, pues resuello como gacela en aquella carrera que le salva de las hienas, ¡bicharracos!, tantas épocas y siguen sin degustar bayas o avenas.

En cuanto respecta a mi petición, creo que expediente ha superado gestión administrativa, votos a mi favor son dos tercios del congreso, y al aprobarse su legislación aprecio un sobresaliente progreso. Se oye sin trabas el chapoteo, y retinas dilatadas que en la presentación contemplaban con odio su capucha ahora le otean ensimismadas, minero pica que de la beta va a extraer zafiros y diamantes, por pedruscos mucho más minúsculos se pelean los traficantes.

Jadea con aquel timbre de haber rebasado su trino las posiciones intermedias, se come los apóstrofos y las tildes son descomunalmente dramatizadas, tienen un tanto por ciento cacareadas y el resto de la pócima son ortografías desquiciadas, mas ya en el prefacio adjunto del clímax sus cornetas tocan la retirada, ¡qué haces, palurdo!, es por eliminar rastro de su firma genética, esperma eyacula en un pote, ¡me ha dejado atónita!, la conducta del pasmarote.

Por fin soltó la mordaza bizarra, e inquirió qué decisión tomar por mi futuro cual catedrático examina el conocimiento de sus alumnos en la pizarra. Contesté, soy una blanca oveja magullada por los tajos cruentos que le ha provocado un lobo feroz, mas puedo continuar en el rebaño si la cura es precoz. Chacal nada ha de temer, con su máscara hermética es un foráneo inviable de identificar, saludaré gentil y sin rencor si por algún andén nos vamos a topar, pues busto en ningún momento he podido grabar. Maldije al comenzar, pero suplico prescinda del crimen en vano, ¡pactemos mi soltura!, yo sobrevivo y bribón se evapora con el guano.

"Bribón anónimo me liberó en las condiciones por su fuga"

Capital puso en sus bolsas, conmigo en la tibia modorra que de manera espontánea me mantuvo callada, y ya con el robo resguardado me notificó de las patas voy a ser desatada. Liberó los grilletes a montera del maléolo, y al recobrar la movilidad en piernas le prometo caminé como un pato mareado, voy dando tumbos que de verme gendarme me someterá a su test de alcoholemia, ¡estúpido marioneta!, dígame si ve normal yo atada y el soldado que me apunta con su bayoneta. Causa es el abductor encalambrado, tengo también el vasto aturdido y el femoral aletargado, pero síntomas son positivos, calman las divagaciones que le invaden en su evasión al fugitivo.

Trama es la siguiente, lea a continuación sin rechistar y muy atentamente, pues el monstruo me prohíbe protestar. En pavimento doméstico me he de volver a tumbar, luceros apagados y mis brazos van a seguir atados. Cuenta atrás he de emprender, del centenar a la unidad, de ser disciplinada su escamoteo realizará con absoluta impunidad, pues al clamar caridad al vecindario o los títeres de comisaría ya se habrá camuflado en el hervidero de la turba, y ocultado en congéneres se libra de la purga.

Aprieto mío es que habré de chillar atada y desnuda, explique yo a los agentes la procedencia de las cuerdas, verán los recién llegados mi impudor con la fresa expuesta, pero por mi bienestar e integridad he de pagar esta factura molesta. Acaté incrédula, y apenas arrancó su éxodo empecé con el decreto en cuya contabilidad quise aligerar, mas en retorno no es sencillo, astuto fue el pardillo. Alcancé el signo solitario, y el trauma que le sucede a continuación son como una tortura donde murió algunos rasgos de mí, habrá quién dirá la inocencia, otros sostienen se enterró el rubor que inculcan vástagos puritanos en la imberbe adolescencia, y otro en su análisis pronosticará tendré tendencia a la obscenidad y la indecencia. Verdad encuadernada sé yo de cuanto perdí, cabe la posibilidad de que alguna característica me descubrí, mas lo mantendré en secreto, es un rasgo peculiar útil y eficaz si se guarda discreto.

Desvelo que al llegar abril se cernía todavía sobre mí un titubeo, denuncia no he presentado, pues me ocurre una secuela adversa, que al pasear por la calzada miro los iris de todo hidalgo, desde el dependiente hasta quien se empareja con su galgo, dado ese fulgor peculiar en su mirada lo podría identificar. Circunstancia hermana me acontece en el cine o las terrazas, con el caballero ingenuo que se tuesta por el bronceado al sol o el acróbata que realiza malabares con la mazas, mas si quiere saber el porqué de mi obsesiva investigación es por dar las gracias y un beso, que a menudo enjugo la samaritana nostalgia pues me falta el candor mutuo del ruin sabueso.

Me inmiscuyo con disimulo en las conversaciones foráneas, tonos ninguno se asemeja, instrumento de aquel suena báltico, tampoco es sudamericano, ha de ser oriundo de esta comunidad, es típica la tenue modulación en su sonoridad, y estoy plenamente convencida de que al detectar mi radar sus ondas acústicas es el vándalo que persigo alucinada y con asiduidad. Descalabros son monótonos, reveses asimilo con la práctica frecuente, y es probable se extienda las decepciones hasta el día de la muerte, ¡pero hago un llamamiento!, si acaso lee este párrafo el macarra que estampó una huella imborrable en mi aventura, sede cual resido sigue siendo la misma de antaño, ¡hágame una visita!, y en el transcurro de la velada me ofrezco voluntaria para reproducir los acontecimientos de aquel venerado ayer, rememoro novelesca en las dosis dispersas de placer.

 

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