En los vagos recuerdos de cuya infancia mía transcurrió en la pobreza, hay un hidalgo que el pórtico jamás cruzó, dícese del ilustre dinero, vestí por su ausencia como un pordiosero. Zapatillas porté que en su estreno la marca taché, pantalón fue modelo de quitapón, y reloj barato vendido por el joyero traspasé la acera, torcí una esquina, y en la plazoleta me asaltó un ladrón juvenil, mancebo esgrimía su machete, y con su artimaña birló la baratija en un periquete. Estufa me apaga la matriarca en pleno invierno, se cuela la gélida brisa en ese helor que mi candidez creyó eterno, y en verano, de quererme duchar, da una toalla para el sudor enjuagar, método de progenitora pongo en duda justifique el ahorrar. Cabe decir que aludida describe al patriarca como un honrado trabajador, yo aún mocoso ya le catalogo de tonto jornalero, pues su capataz le da un trato maltratador, lleva meses sin cobrar la nómina, y al concederle oportunidad de subsanar al gerifalte se reproduce en abril la infamia homónima. Contabilidad debería de ser escrupulosa, choza se va al carajo a pesar de remar a destajo, pero la fémina gasta los ducados en estúpidos viajes ferroviarios, ida el viernes y regreso el domingo con la burda excusa de cuidar su hermano en su éxodo ordinario, y cajas de cigarros como carretillas consume el peón proletario. Pido yo de crío me compren un juguete o la chaqueta de piel, masculla la mujer es caro, pero satisface helado o capricho de mi primo con total descaro. De adulto he de agradecer su estercolero en el legado, apoyo me niega el usurero o el vecino acomodado, y la década discurre con un rosario de situaciones esperpénticas que prefiero omitir, si las detallo requiere una biblioteca cuyo tocho es para divertir o aburrir. Decantarse por algún bando es decisión personal de la lectora y varón, pero lejos se haya mi intención de hacerle comer tal marrón. Hojas paso en aquella diligencia que menor viento genera el abanico, y en cual capítulo me detengo es de su interés, septiembre en el calendario para ser preciso, cuando en mutuo acuerdo decidí con mi pareja abrir un ambicioso negocio empresarial. Arranque complicado fue arriesgado, hubo pérdidas y a continuación escasos beneficios, aunque rebasada la triada de las hipócritas fiestas navideñas tuvimos suculentas ganancias, recompensa fue de soportar las zozobras rancias. Inconveniente de aquel sacrificio resultó la soledad en cuyas separaciones fueron producto de los constantes viajes, a un ritmo monótono desde las rebajas al pesebre, por mayo en el continente europeo y en octubre en esa ciudad que por su ajetreo es célebre. Aeropuertos son un trajín, tratan a los nómadas como si fuesen borregos, embarques he visto mejores mimos al meter los cerdos en cuyo camión les conduce al matadero, y en los controles policiales hay gorilas que son un majadero. De agua se permite llevar el rocío, maletas abonan suplemento pues excede el peso por unos calcetines, truco habitual es llevar quince pares bajo los botines, en el arco desabróchese el cinturón, y al embarcar asola la congoja de los retrasos o las averías o las cancelaciones o las huelgas o si en las hélices se ha metido un pato, ¡qué desastre!, en avión sólo vuelan el hombre de negocios y el turista pazguato. Estancias se prolongan, fue en el pacífico que se fraguó un ciclón, y dado rompió las nubes justo habiendo firmado el contrato se refugió en el hotel. Perduró la prorroga hasta disiparse en los paisajes del norte, y mientras tanto aguardó el pariente a proa de la cama practicando deporte. Ocurrió lance similar en el suroeste asiático, firmó el convenio y su duplicado en aquel comodín de quien es pragmático, y al amanecer de su retorno observó un manto negro sobre la cripta celeste, cayó un diluvio universal con granizo agreste. Arribadas siempre son con el corazón inquieto, aeronaves son un ataúd cual el divino destino revisa sus archivos, ¡qué busca!, analiza si ha de estrellar el sarcófago repleto de cabras y chivos. En el feliz reencuentro nos damos un beso, ¡dime algún secreto!, y cónyuge villano narra travieso un desliz. Aconteció en el tráfico por la vereda, intercedió la cadencia de sus zancos cuatro princesas que lucían transparente túnica de seda, y al saludarles mi marido educado contó que las furcias se desnudaron, transeúntes testigos se exclamaron. Agradeció la visión, triste es el panorama con tanta fachada austera, pero notificó estar casado y venir temporal por una misión, ¡de enterarse mi mujer me llevaré un reproche!, dijo al despedirse camino de su rentado coche. De fábula quise saber todo el detalle, y ocurrió que en el vestíbulo de su habitación vio una sombra, por ser concreto la vislumbró en cual ángulo de noventa grados esbozaba el pasillo, y contemplativo valoró si se trataba de huésped o un rufián pardillo. De silueta hubo copia en el vacío de la moqueta, y de repente, sin poder reaccionar, el cuarteto de jabatas que en el bordillo desahució se abalanzaron sobre él, cancela cedió a patadas y durante el período de la impunidad nocturna lo violaron a base de morreos y mamadas. Inciso hice en un comentario contradictorio, el gozo oral lo expresa en plural, y en ser cierto hubo de haber un milagro, pues con exprimir una sola vez ya se ha convertido en adormecida marmota el salvaje animal. Bromas de esta índole es la concesión de la absoluta confianza, tuvimos incluso en el novato noviazgo esa sinceridad que escasea en la mayoría de matrimonios, fantasías se ocultan pues les domina el miedo de pensar son sus consortes unos demonios pervertidos. Gracia me hacen esos neandertales, su vínculo es aquel rito de la puritana por preñarla el cabestro, buscan el hijo y la familia en su juego siniestro, y acontecido el parto se apaga la flama de su aventura, parir fue la pretensión de la coneja, si tiene dudas aguarde las celebraciones, con el retoño en etapa escolar la incertidumbre se despeja. Debates planteamos de todo tipo, hubo propuestas que me produjeron carcajadas e ideas que por gorrinas di rechazadas, ¡cacho guarro!, le tildé entre mofas, antes me rebozo desnuda por el barro. Turno es el mío, conté de mi elenco un repertorio variopinto, del cual extraigo la sorpresa que es guion de cuyo relato al escribir rompo su sellado precinto. Advierto que la emboscada es compleja, en su ardua trama hubo mucho descarte, tal escenario es inviable y si lo complico con exigir un engorroso material va a ser un lastre el instrumental. He de hallar la fórmula que dé su solución efectiva, y tras una ristra de pesquisas sentada frente al ordenador di en la diana, ¡escuche vos atentamente!, pista le doy en un vocablo concreto, ¡dilo ya!, me apremiará, voquible es la liana. Fecha elegí con un nuevo mudar, pájaro emigró por asuntos económicos, es un cliente de lujo cuya cartera codician desde los banqueros a los brujas, y con su vela difuminada en el firmamento retrocedí los pasos por la orilla, arena se amolda como si fuese mantequilla. Solitaria reposé en un banco del puerto, y a pronto del crepúsculo muerto, con su estela casi extinta y las estrellas valientes germinando en el azabache huerto, confesaré qué tramé. "Sorpresa arranca por atarme yo sola" Ardid mío es excepcional y tórrido, barajé en mi maquiavélica mente su reacción si al llegar me encontrara atada y desnuda, pero ¡cómo lo hago!, que los previos ensayos han terminado en un rotundo estrago. Lazo se deshace o no ciñe, nudo que he formado no se constriñe, y el simulacro se cachondea o me abuchea y me riñe. Fiascos recopilo para completar la colección, y las dudas que me asedian se preocupan de su fama, ¡inútil!, me injurian, en tal pericia eres zoquete, quisiste antaño un regalo y en tu gloria nefasta de adornar el paquete hubiste de acudir al librero, ¡señor, líeme el bulto!, le dijiste, que soy negada en los lazos de la bamba o el amarre marinero. Titubeo me pulveriza, ¡déjate de puñetas y métele un casquete!, por ser original lo llevas del colchón al retrete, mas interrumpí su verborrea pesimista, ¡cállate!, voy a conseguir tal restricción perfecta de cual no se fuga ni el escapista. En deberes me aplico, y navegando en portales de la res escudriñé vídeos de ataduras, ¡hay un montón!, de gustos bizarros, de quienes se entretienen en florituras, o de aquellos cuyos ingredientes principales son los mimos y las dulzuras. Descubrí por ramillete las orquídeas de mi empeño, y la inaugural visualización fue un sistema curioso, la modelo cierne en sí grilletes dotados de apertura retardada, ¡tecnología punta!, se suelta cuando cronómetro atrás marque la cifra difunta. Otro vídeo son imanes, correaje se adhiere como la mordedura de caimanes, se librará de su esclavitud amarga al batería perder su carga, y sucesiva muestra un sofisticado invento de poleas, empuja las ligaduras a lo alto por un peso que, a medida va adelgazando, la altitud de las pezuñas atadas va menguando. Ninguno de la triada me sirve, que esposas en un gélido aparato cual repudio pues atañe a esas marionetas pitufas de uniforme que con la dictadura sanitaria acorralaron menores inocentes y ancianos desvalidos, para tal vileza se ha de ser traidor o malnacidos. De imanes que cubren venas son clavijas de tortura que se usan en psiquiátricos de países comunistas o la península ibérica, experiencia tiene la nación para ocultar genocidios que aplaude la turba colérica, y en cuanto atañe a la ciencia mecánica dígame dónde escondo cachivache que me sobrepasa en altura y me ocupa diez baldosas de la llanura. Llegado el mediodía, asolada en un mar de incertidumbre, decidí desconectar, si me ofusco voy a naufragar. Al exterior ha llovido, inmersa en mis tribulaciones me pasó desapercibido, mas ha de haber sido exigua cantidad, que ante el portal se ha estancado un charco anémico, el fariseo parte meteorológico predijo un chaparrón polémico. Botarates lanzan predicciones según los intereses políticos, fíjese el acierto que la bóveda del planeta ya excava en el borrascoso algodón de argento sus hoyos de azul pigmento. Paraguas se queda en la chabola, rayos tenues ya flamean y ruta que emprendo me conduce a un barrio, travesías abarrotadas y una paz engañosa en los callejones, que los vecinos pasean cuyos perros sueltos cagan donde les sale de los cojones, y propietarios groseros fingen despistados por no limpiar bosta cual han visto desde astronautas a lirones. Esquivo con maestría, si vos viene a examinar la metrópoli recomiendo bote como canguros, saltos son abundantes con tantos burros, y a mitad de la excursión descubrí un local donde poder hallar la solución. Tienda era un negocio de artículos sexuales, y al cruzar el acceso me saludó espontáneo un hombre de mediana edad, ¡qué susto!, salió de entre estantes de la literatura pornográfica, mas calmo el espanto cuando me notifica es el dependiente, ¡están de enhorabuena!, de su apertura se cumple hoy exacto quince estíos de la onomástica. Por tal efeméride me ofrece descuentos, vibradores le resta un cincuenta por ciento, tiene el chirimbolo velocidades que se adaptan a cualquier circuito, ¡muchas gracias!, pero me urge otro mito. Indicó las alacenas de la lencería sensual, hay conjuntos que matan en rojos de múltiples gamas, bermejo o coral o caoba son los preferidos por las damas, purpura o magenta o turquesa lo compran tanto el duque y la marquesa, ¡agradezco de nuevo!, pero es otra congoja distinta por cual estoy obsesa. Maticé voy por amarres y un manual, que por sorprender a mi cariño al reunirnos tras el safari he tramado atarme mediante algún método individual, ¡dígame!, si hay algún libro o cuaderno o un fascículo, de cómo obtener el éxito a solas en mi cubículo. Derramó una inmensa alegría, el pavo gesticula que en la ceremonia del cine han de concederle un premio, mas su euforia me aturde, presiento ha de tener almanaque cual me instruye, si yerra la esperanza me destruye. En rebotica me muestra una pila increíble de cuerdas, ¡a cuál precio es el metro!, venta excluye dado son de su propiedad, adiestra en su gobierno a clientes de todo tipo, expertos y neófitos, se adula narcisista pues promete vuelven a su abrazo todo el gentío satisfecho, ¡qué tal fue la experiencia!, comentó que les pregunta, y en la felicitación dejan patente obtuvieron provecho. Plazo de ejecución es cercano para vivir con fortuna, habré de asistir varias tardes y dispongo de pocas jornadas, y tras un leve rumiar planteó otra opción. Trataba por desplazarse a mi cabaña, yo asigno la agenda y el horario, y truhan creara una turbulenta telaraña, arquitecto lo traza según mi antojo, y garantiza labrar en cuya estricta severidad seguiré en la línea de salida mientras cruza pancarta de meta el cojo. Tarifa es asequible, ¡ha de estar loco el botarate para semejante disparate!, pero por aquellos giros inexplicables medité cuanto perdura un parpadeo, añada su repetir, y al esbozar mi sonrisa acepté su ofrecimiento, pacto le conmino sea válido sacramento. Actitud de mí dirá es paradójica, parca y tímida soy con los foráneos y sin embargo me cito con un anónimo, ángel mío se esfuerza por el compromiso anular, y diablo me tienta con sus caramelos obscenos y un séquito por sinónimo. Prosigo adelante, aboné la tasa y llevo desde el alba acicalando mi nido, polvo quito de los muebles, friego el terreno y ordeno el caos que se esparce por el castillo, hay harapos por el sofá y por la cocina devoran hormigas las migas del bocadillo. Higiene es pulcra, e invadida de una ilusión desbordante afino el oído por captar de inmediato aquel bocinazo de cuando suena el interfono, ¡espabila!, que he de sufragar el caduco abono. Tiemblo en parte, es el temor a un descalabro, que serafín insiste en su teoría del villano macabro, y trifulca por mandarlo callar perdura hasta que se oye un estrépito silbato, ¡puntual llega el mentecato! Iris míos resplandecen con aquel fulgor exclusivo de la diversión, porta dos maletas con arrastra con brío, y al saber que todo aquello son sogas y artilugios me invadió un gigantesco escalofrío. Cháchara cordial es la correcta para la armonía en el ambiente, diálogo superfluo omito pues le voy a agobiar, y tras mostrarle el teatro nos pusimos al tajo. Forastero se acondiciona como el cirujano en su quirófano, y yo del aseo provengo desnuda con total desparpajo, mas efigie al natural no le supone ningún escándalo al grajo. "Dependiente empieza por poner mis manos atadas a la espalda" A vera de cuyo armario tiene en su armazón un perchero de épocas antaño, usaba yo en la escuela para colgar el abrigo, juntó mis muñecas cruzadas a la altura de la quinta vértebra lumbar, enrolló uno de aquellos hilos volteando del hemisferio austral al bando septentrional, cruzó en diagonal, reptó en el área del trapezoide y ganchoso, estrujó por los meandros a cofia del pisiforme y escafoides, y al afianzar sus nudos fuera de mi alcance me dio una orden escueta, ¡desátate!, si quieres hacer volar la cometa. Bregué con ahínco, soy cual sierva se niega a ceder ante aquel indiano que en el establo la quiere someter, hay por el mundo descendencia fruto de tal infame indecencia. Me revuelvo, y en la tirantez que aplico sólo consigo estratificar en mis carnes los surcos de su trenzado, e insiste el tirano, me incita a la fuga, me motiva con afrentas, pero tras una ráfaga de contorneos y un resoplo agotado desisto de la huida, estoy a merced del druida. Asida del codo me transporto a la cuadra, ¡cálmese!, es el simpático alias de cuyo cuchitril tenemos en desuso, almacena trastos y los ingenios del iluso. Decoración es vulgar, pero tiene una característica que la convierte en especial, pues cruza de norte a sur una gruesa barra de hierro indestructible cual debió construir su anterior propietario, fuese boxeador de élite o un zumbado legionario. De ventanas carece, tabiques son de un níveo inmaculado, y a soto de su techo mesó mi cabello cual peluquero en su oficio agrupa para su buen peinar, mas su intención fue el paraje despejar. Recogió en estilo coleta, reposó las hebras en los romboides, y en mi campo de visión vislumbré el inminente impacto de una mordaza, ¡piloto ha de ir borracho!, que por evitar el choque he de abrir la escotilla o me agacho. Opté por dilatar la quijada, y meteorito se colocó en el cuenco interno de mi cavidad bucal, por detrás de cuya muralla erigen los caninos e incisivos, ¡mercader pregona!, ¡acérquense señoras!, tengo verduras y hortalizas y objetos lascivos. Correas deslizó por sendos pómulos, hebilla ha de abrochar estreñida donde la nuca por arraigar su parada, y el efecto que se consigue es la cautiva amordazada. Proceso avanza, y en un tono elegante me preguntó sin tapujos si estoy excitada. Asentí hechizada por su magia, y con la perversa estratagema para disfrutar del momento instauró una pausa maléfica, ¡qué coño hace!, ha marchado y en la quietud sonora diría que por descanso ha tomado asiento, pues hasta donde alcanzo a percibir los ruidos no se oye ningún movimiento. Jugarreta persigue salga inquieta en su búsqueda, pero impertérrita continuo fija cual pescador en su barcaza, soy como el oso que desde su atalaya en el río aguarda al salmón para su caza. Presencia demoró adrede, mas al finiquitar su treta se mostró obcecado en un asunto primordial, codos envolvió por todo el perímetro exterior, circunvalaciones extravié su contar, constriñó por el zócalo del húmero y al oprimir colisionó epicóndilo con su sobrino, rara vez se juntan y ahora se hallan incapaces de ser despegados, pues por el desfiladero que las fallas han ocasionado ha soldado vertical el cordaje, se sumerge en el vértice del cúbito y el radio y sale a flote donde concluye a la inversa el viraje. De su arsenal extrae otro ovillo, y con agudeza trinca los cabos en el pivote de mis muñecas. Se desenvuelve ágil el pillo, y sin el empalagoso romanticismo que en tal suceso sobra, arrojó las cuerdas superando el listón, atacó por el flanco oriental, cayó al poniente, y tensó con esa furia que elevó mis tentáculos el bribón. Ascenso se produjo a mi envés, llegó a cuya altitud sólo acceden los expertos alpinistas, y al forzar al máximo los puños me prohíbe desertar de cuya posición ordena parar tren el maquinista, ¡mirar!, exclama pasmoso de la majestuosidad, ¡arranca!, le contesto yo, que vuestros convoyes de chatarra ya tienen suficiente con raíles oxidados y el cable que se escacharra. Itinerario de la silga fue un bucle del anclaje al herraje, disculpe sea imprecisa, que por cuya razón es obvia no lograba distinguir, mas fe le doy me hallo prisionera, en soltarme no hay manera. Ojeé a todos lados, jardinero que ha podado mis alas se pasea tranquilo, con esa pachorra va a roncar, ¡óyeme!, aún tengo las zancas sueltas, ¡aprésalas!, pero la mordaza me aniquila el abroncar. Tan sólo imito el resuello de un toro bravo, por réplica tengo su sarcasmo, frase que lapida me produce un emocionante espasmo. Tono es puro fuego, y perfume del que se embriaga la atmósfera destile un aroma delicioso, lo endulza su sermón jocoso. Garras me señala tengo atadas, pica como un cuervo y a cada sorna me enervo, pero no me malentienda, tiendo al amor en lugar del odio, temperatura del horno sexual ha subido dos grados de promedio. Exhalé un suspiro incontenible, y por la comisura de mis labios percibí resbalar un hilo de baba, quise frenar mas el intento resultó baldío. Maestro experimentado me indicó, ¡con el rato colgará del mentón!, será como estalactita salvo una diferencia, tendrá el balanceo de un péndulo, mas a tu novio le va a agradar, sismógrafo registra tu sufrir, ¡y ya puedes insistir!, que no te lo pienso limpiar. Abatió su epitafio mis pestañas, fue por el desamparo que originaba las marañas, pero por acabar su excelencia artesana aún falta un trecho, refuerzos de maromas vienen al acecho. Recorrió el granuja millas cuales distan hasta sus bártulos, ¡exagero!, son apenas mosaicos que surfean fugaces los parásitos noctámbulos. Tomó utensilios ya sabidos, y palmeando la cuenca interna de mis muslos me apremia por abrir las piernas. Separé por bosquejar la base de un triángulo, mas insiste en el dilatar, han de proyectar los tobillos el croquis de un monumento piramidal, y acatando sus instrucciones hilvané una abertura excepcional. Mayor envergadura me es quimérico, abductor ya no cede su bisagra, y con la anchura de acuerdo a sus planos ató la jarcia a sombrero del maléolo, cercó inexorable y arrastró el torzal tensado al radiador clavado en el muro a proa. Repitió la operación en zanca siamesa, dicen los zánganos doctores que son asimétricas, monsergas triviales por salir en las revistas son patéticas, y al anudar en el calefactor a proa comprobé estupefacta mis piernas petrificadas, prodigio consumado tiene su explicación científica en estar muy bien atadas. Entre pícaras risas se vanaglorió de no tener escapatoria, mas para mi satisfacción me comunicó requiere de broche mi atuendo. Joya es una corona, ase mi melena y en la región de la cocorota embrolla soga con una perfidia que se ha vuelto loco o es un genio, estoy en ascuas por si es una trola o suscribo mi prisión en su convenio. Diría que ha creado hueco en un insólito moño, hiedra ha introducido en la circunferencia y ha empeñado con rabia a lo alto del montículo, pues las raíces se erizan y la greña se solidifica, en el ático ha de vivir la rica. Muevo la testa al apartarse, y con asombro descubro que la calabaza está inmóvil, no logro agachar y a los costados me es muy difícil virar. Fascinada es palpable mi excitación y un creciente sufrimiento, los gemidos esporádicos incrementan su ritmo frecuente, y el tembleque que me acucia es el ardor impaciente, que enardecido grita, ¡cuándo empieza el espectáculo!, ha de entrar el actor principal en el habitáculo. En rodillas aplicó el bufón la misma ligadura, trasladó a chistera de las rótulas a cual artefacto en el estío yace en la clausura, y justo se jactaba de ultimar su misión que sonó el silbido que identifica la mensajería en mi teléfono móvil. Besugo lo prendió, ¡oye!, que puede ser una estafa o un amante o un tema turbio, pero muchacho me comentó es mi esposo, ha escrito su llegada al aeródromo, y pateando por las salas no me encuentra en ningún suburbio. Ha ido de las consignas al infinito, ha emigrado de las estrellas a donde las tartanas de los autobuses tiene su hito, pero sigue sin topar conmigo por ningún distrito. Respondió el obrero, comentó fui de compras y con el apuro de las monedas y los fardos me rezagué en exceso, corrí por recuperar tiempo que profeso, pero solivianté aquellos segundos que caben en un dedal, le espero en la madriguera enhiesta en mi pedestal. Interpeló entonces curioso mi media naranja por las alhajas adquiridas, y complaciente le indicó es un abalorio que en hocico simula el eco de las vírgenes poseídas, ¡basta ya!, ¡cuelga de la conservación!, pensé en mi cavilar, pero borrego añadió un suplemento, tengo ornatos que deslumbran como los rayos del astro febo al choque contra el cristal, e irradian un candor que para el cura y el moralista es letal. Ornamento cuál es, ordeno yo ¡para de teclear!, mas haciendo caso omiso le espetó, ¡en casa sabrás el enigma!, fabula en tu cerebro algún paradigma. Intercambiaron emoticones de cachondeo, reciario con lágrimas de carcajadas o pupilas dilatadas, y secutor con la lengua afuera y las mejillas sonrojadas. Punto y final presionó, y al quedar mudo el inalámbrico se dispuso a marchar, ¡aquí te quedas!, reza para ser efímero su tardar. No obstante, matizó falta borla en el abeto, dado mis faros rastrean de los chaflanes al horizonte, con los ojos vendados aumenta la intriga de vislumbrar al polizonte. Con tal pretensión colocó un antifaz, ¡es de tu ajuar!, me susurró, obesos sus parches de piel y las cinchas abotonadas a raso de la arqueada total, cual engendró en su imperio azabache una oscuridad total. Marchó al pulir menester por cual fue contratado, ¡lárgate!, y al oír los goznes chirriar activé mis sentidos a una dimensión que nunca antes creí hubiera existido. Golpetazo me indica cerró la cancela, y cuyo sonido motorizado del ascensor siempre había pasado desapercibido fue la prueba inequívoca de haber partido. Suplantó entonces su homilía ese silencio clásico de catacumbas, y tal como dicta el reglamento emprendí un forcejeo, bregué contra las cuerdas apuntando a todos los puntos cardinales, empeñé airada y con las pezuñas quise cocear, pero ninguna sujeción pude soltar. Mascullé un jolgorio de rugidos como búfalo agresivo ante el ataque de reyes leones, gruñidos son una pesquisa de mi soledad, y compruebo sin error que en mi socorro no acuden ni alfiles ni peones. A intervalos cubre mis poros un céfiro glacial, cubrirá mi piel de cuya escarcha tirita mi débil figura, e interrumpe el temblor una calor que derrite los témpanos en todo el bloque de mi caricatura. Caldera en marcha ronda la zona púbica, las monjas oran por expiar mi alma impúdica, ¡póstrense donde quieran!, discusión por el pastel se zanja tajante, a las prioras di la ración tediosa que yo me contento con la pizca de la guinda lúdica. Letargo me impacienta, y la sensación es terriblemente extraña. Los nervios se rebelan, cordura me amonesta pues nada me libera de estar reclusa, y la locura me conduce por unas selvas desconocidas que me tiene confusa, pues por aquellos senderos nunca había deambulado, y sobre mapas no les veo subrayados. Cobardes en esa situación desisten, yo soy de las minorías en extinción que persisten, pero si me concede una ironía, ¡dígame si hay alternativa!, que en tal desmesurado avance ya carece la contenida de virar hacia astucias modernas o táctica primitiva. Adelante sigo sin un ápice de arrepentida, ¡y prepárese!, mi estimado leyente, que el ruido de las llaves me indica hay un huésped, tigre mío ha de ser el hospedaje reciente. "Aguardaba a mi novio la sorpresa de encontrarme atada" Melodía suya con piropos me solicita, pero yo decido ejecutar la afonía cruel que me impone la mordaza, y a su cántico no doy baza. En un mutismo absoluto, percibo examina por la sartén y la bañera, va del sillón a la mesa del comedor, rastrea tras cortinas y en la cofa de la cantera. En el tránsito merodea en las celdas aledañas, exclama mi nombre con una sinfonía halagadora, ¡ya viene!, y de repente, al denotar su esqueleto rígido cual estatua de mármol, estallan mis nervios en marabunta, ¡ven, so idiota!, que no soy ningún difunta. Palpitó mi corazón en una ráfaga de latidos vertiginosos, y en la fiebre por su arrumaco proferí una sarta de alaridos amordazados, alfabeto se restringe a las emes y las efes, alguna pe o ge se cuela por el abecedario, vocales reproduzco cuyas aes y oes hallará su definición en el diccionario. A mí discúlpeme no solvente su significado, estoy en aquel protocolo de las bestias silvestres por aparearse, los aullidos simbolizan que doy permiso al churro mojarse. Potro está perplejo, ¡reacciona!, que el miura se comporta como un pendejo, y su tregua ha conseguido una cascada en mi barbilla, pende que en territorio del esternón ya me hace cosquilla. Sus zancos pausados acortar la distancia a cero, y su neófita mueca es manipular las cuerdas cual si fuese un arpa, ¡tonto del bote!, es en los pechos donde has de posar la zarpa. Comprobó su tirantez, cotejó la eficacia de las ataduras sin enunciar bellos versos ni blasfemia soez, y al requerir conmigo un libidinoso diálogo verificó la dureza exigente del bozal, mi jerga es un sumerio de la prehistoria ancestral. Yemas de sus falanges distales depositó en mis pezones erizados, ¡sigue!, fue mi murmullo traducido, y en cuya lujuria le contagié resbaló su roce por mis costillas, rebasó el ombligo y a su estilóbato las tablillas, escurrió el índice entre las rodajas del pomelo que cualquier cerdo quiere degustar, y al hallar esa cúspide que subnormales cavernícolas seccionan en base a sus coartadas falaces, empezó mi masturbar. Resbaló su dedo como si frotase sobre superficie untada de mantequilla, ¡falso!, sólo es el jugo que emana cuando se enciende la parrilla. Mano afín dime dónde trota, la cuestión planteo con ese gorgoteo que me permite la pelota, pues si yerra por playas remotas tráela a mi paraíso, y justo en los compases iniciales del concierto acudió sin aviso, escarbó en la sínfisis del pubis mientras del campamento le llamaron, ¡dinos si tesoro has encontrado!, y explorador contestó afirmativo, ¡ha sido sencillo!, de hierbajos el terreno va rasurado, y a orificio la huella dactilar se ha precipitado. Disimula mal el semental, ¡ha descendido intencionado!, flexor radial del carpo va a toda pastilla, es como lavadora que centrifuga, me rindo al gozo que me fustiga la oruga. Hundió el depredador en mi caverna hasta la cumbre del metacarpiano, contornea e hiende mis lienzos elásticos en una cadencia que me aturde, dado es inconstante, aplica en un recodo de la gruta, y al perder yo cual mínimo intelecto conservo, el gorila ni se inmuta. Informan mis jadeos que estoy brutalmente sensible, mas absorto en su faena continua barnizando a un ritmo desenfrenado, es la cúspide minúscula quien genera mi bufido martirizado. Jolgorio es terrorífico, pero herrero me susurra que cuanto me sucede es sano, síntomas se ven venir, glúteos se endurecen como rocas, cuádriceps se comprime, pulmones bombean un fuelle cuyo vendaval tumbará veleros en el muelle, y las contracciones que me invaden tienen un mote espeluznante, orgasmo es el vocablo con que la bautizó un humano o un mutante. Estruendo que armo rebasa la trinchera, pollo se escalda en cuya olla flaquean los pilares abrasadores de la hoguera, y en una alarde de ingenuidad me bato en duelo con la ligadura, en quebrar me ofusco de forma prematura, pero lucho contra el músculo terrible de un titán, ¡qué contradictorio!, la armadura ha tejido un patán. Revés fabrica una pócima adversa, que me entrego voluntaria a sus cadenas inflexibles, me sentenció el tribunal a esta pena, pero juez valora revocar la condena, ¡ni pensarlo!, si dictamina el desatar voy a soltar las avispas de la colmena. Por tal desacato magistrado mantiene la sanción, ¡bien hecho!, dedíquese a perseguir políticos, y no se inmiscuya en cuya íntima profesión forja los vicios míticos. Decibelios crispan al verraco, continúa en su suave lijar, y mi delirio se exaspera cuando intento acurrucar la cabeza, red me lo impide, soy cual vigía otea el confín sin descanso para dar la buenaventura de una isla casta, ¡imposible!, máscara tapa los glóbulos oculares y sus argucias por el foso mi entendimiento devasta. Convulsiones me retuercen dentro de los límites inquebrantables que han impuesto los amarres, y en cada vaivén desesperado por vulnerar sus fronteras me interceden sabuesos, ¡alto!, aduanas deniega portar pescados y quesos. Expliqué yo tan bien como atino, marisco es mío y lácteos son embotellados en el tubo del felino, mas si el aviso se debe al exquisito olor sepa procede del éxtasis que se repite y no desfallece, sigue dando caña y no decrece, necio derrocha el botín con tal desvergüenza que sulfura a la millonaria tacaña, y sicario a sueldo rectifica a mi favor, ¡pase!, y permanezca en su labor. Escollo superé, pero en el despiste que originé casi pierdo el equilibrio, me sostienen los cordajes mientras pajarraco se esmera en darle al manubrio. Roces sublimes dejarán el pico brillante como una patena, son tantos consecutivos que catedrático pregunta por el resultado de la ecuación matemática, mas comunico es pura cábala, dado en los importes a cuantificar falta un dígito, cuantía es suposición de la chavala. Hipótesis lógica hablaría de un par, fundamentos reside en las nalgas prietas, pero en su bloque de piedra no se perciben grietas, mazacote compacto es una fusión indisoluble con el crural y sartorio, y a ningún charlatán eclesiástico o populista le funciona su conjuro disuasorio. Tríada de orgasmos es posible, y el cuarteto muy probable, ¡hasta cuándo será el tormento!, aún ha de votar la resolución el parlamento. Por el momento, presidente del cónclave da con su mazo la señal de un paréntesis, en tener hambre y ganas de mear avala su tesis. Sarcástico alabó la penumbra que asola mis luceros, ¡no te vayas!, en mi subterráneo rugen llamaradas, y sólo con tu manguera pueden ser apagadas. Juró volver pronto, ¡cómo despreciar mi hermosura atada!, con tanto hilo dijo soy como una marioneta, mas hay diferencia con los títeres por diversión familiar, bromeó en poder jugar con mi fresa y mi teta. A merluzo le ha brotado su vena cómica, ¡vuelve, capullo!, es un suplicio yacer inmóvil capturada por todo este barullo, pero en cuidado de no tropezar le oí salir, promesa de ir veloz declaró egoísta puede ser falsa, en su poder está el remo de la balsa. Huyó el mameluco con esa templanza que le da saber permanezco encarcelada, y desconozco si fue por celos o apetito venéreo, pero en aquel desierto me volví chalada. Sacerdote me habría diagnosticado por remedio un exorcismo, ¡váyase a tomar por culo!, antídoto rechazo de gárrulos que en menores aplican su sadismo. Marchó clérigo cabreado, ¡ahí te quedas secuestrada!, y le hubiera respondido en la reyerta de no estar amordazada, pero en aquel tercio de la riña envió el cerebro un telegrama, ¡pedazo tarada!, no asiste ni obispo ni enfermera, huérfana es tu estampa, y cuyos fantasmas se te aparecen son de tu pasión una trampa. Admití el consejo, en lides de tal tamaño es evidente la enajenación transitoria, ¡no disimule!, le ocurre desde los caciques a su súbdita escoria. "Follamos atada hasta el final de la sorpresa" Volvió con su panza atiborrada y los tanques de orina desecados, ¡me vengaré!, y sin preliminar ni prologo que mediará noté su esfinge frontal, unió a mí su pectoral, y un trabuco de magnitud y longitud bíblicas aporreó el portal de mi sótano, cedió la alguaza, y centinela en custodia de maléficos intrusos le urgió entrara deprisa, plebeyos sólo son puntuales en el fútbol y la misa. Cuidado tenga al pisar, suelo es resbaladizo como un recién encerar, y de calzado vaya provisto, empapado de flujo tortazo del peregrino se ha previsto. Bobalicón desoye los consejos, actúa como el imberbe frente monte de golosinas, que se sube al cerro y los concurrentes se destornillan al verle comportarse como un cencerro. Patina que aún no logro explicar su destreza por salvarse de la ostia padre, pero ya embutido ordené dar el toque a la orquesta, ¡que suenen ya las odas del desmadre! Violines y tubas emiten sus acordes, y danzarines exhiben sus dotes de baile, piruetas de cuales hablo sabe desde el carpintero hasta el tirano y el fraile. Relame caballero por mi cuello, y al imprimir lengüetazo emito un gemido desorbitado que recuerda a urraca rupestre o aguilucho extraterrestre, intente imitar y verá cuán costoso es lograr. Sonido tampoco sabría describir si resurgió de mi laringe o fue el rumor de una avalancha, ¡qué ha causado el desplome!, es el retumbar de su trabuco en la cancha. Apabulla cual ciclista infla el neumático con la mancha, asedia como aquel cocinero que machaca el ojo con el mortero, ruge en aquel volumen de cuyo alud ha parido la cordillera al sucumbir el talud, y el auditorio aplaude, ¡sigue!, que del soberano a la damisela no quiero leyenda que les defraude. Garrote mantiene en la sima, avasalla a todo trapo y a veces, sin abandonar el candor del cenote, ralentiza el taladrar con malicia, frena y se ríe pues por mis bramidos se percata que me desquicia. Gesto cruel acrecienta en lo hondo del pozo, aplica una ametrallada por sentir mi retozo, retrocede una miserable pulgada y duplica hincando pepino el mozo, adelante y atrás y viceversa, cual cruento castigo maldigo en idioma que ha de ser sánscrito o persa. Minero toca la campana, indica al restante de la cuadrilla que ha topado con un yacimiento que exalta a la marrana, ¡óigame!, insulto destine a la ministra, es la dictadora que croa como una rana, pero explorador replica en haber profanado una veta, diamantes son ciclópeos, ¡venid! son de tal pureza que a su restriego ocurre un fenómeno inaudito, vuelve bobo al erudito. Horda llega en masa, e instructor punza y martillea, ha metido la barrena con ese ímpetu de la broca petrolífera, ¡joder!, hazaña es digna de quien va dotado con una mata conífera. Longaniza alcanza el recodo huraño donde cuenta la mitología vivía antiguamente una tribu indígena, caníbales emigraron a la cavidad uterina, ¡venga ya!, novela es una patraña, mas se basan en que de cuantos renacuajos han osado penetrar en sus túneles ninguno ha sobrevivido, han encontrado su cadáver descuartizado y la cola segada con la guadaña. Letreros indican su peligro, y por ser previsora la naturaleza ya dotó a los macacos de un chorizo comedido, pues si viven una pesadilla traumática se necesita de grúa hidráulica para animar al gusano deprimido. Renglón cual transcribo de mi escritura cuneiforme fue una petición, ¡quieto ahí!, que de cuya cabalgata soy protagonista no la supera en su circo el trapecista o el malabarista. Respalda mi opinión el trompetista, ¡fíchenla!, reclama dirigiéndose al productor, que hay futuro como vocalista, pues las notas copan el aire con aquel portento de la soprano, y la huracanada energía que destila arrasa cuanto se cruza en su trayecto, al éxito soberbio va directo. Tenor merece también su admirar, gestiona su violencia con esa sutileza que me desencaja, dado esbirros hablan de amores colmados de preciosas rosas, romances que son todo galantería, féminas testarudas con la joyería y machos que acentúan su ridícula hombría, ¡fíjese en sus estadísticas!, colman las tablas de infieles y divorcios, y por aplacar la tristeza se refugian en tugurios escabrosos, allí encuentran falsificaciones de los ocios. Bando contrario es el mío, ¡mírenos!, le tildo de bandido y su espíritu malvado arremete con esa alegría que mi juicio eclipsa, y al apelativo de zopenco empotra su bate por todo el diámetro del cuenco, ¡sigue!, ¡otra!, ¡busca la perla de la ostra!, con el coraje que demuestra ya la princesa se postra. Clímax se avecina, en pronóstico me atrevo dado hay multitud de pruebas, bombardeo es frenético, piloto debería estar orgulloso, pues misiles dan en el clavo, pero si este documento aun no le convence le diré que sus cañonazos se suceden en una espiral tempestuosa, en la fila de los proyectiles reina un caos donde se empeñen y se discuten, mas el artillero les denota un detalle, obús sólo hay uno, si se estresa hay peligro que se desmaye. En restablecer la calma yo intento ayudar, pero mis alaridos y los pómulos enrojecidos por el martirio provocan la estampida, ¡van en tromba!, a la piscina se arrojan en bomba. De aullidos escribió el poeta que simulan una matanza, ¡so cafre!, poemas son una alabanza. Abrazo petrificado es el símbolo de la complicidad, y los morreos que se esculpen al exprimir las gotas moribundas son aquel masaje que no iguala sumiso ni paje. Vertido es magnífico, y en su análisis han de contener algún elemento místico, quizá vitaminas o un brebaje pegadizo, pues al unísono emergió mi flor, pétalos son de un bermejo demencial y sus pistilos desprenden un polen vital. Combate apoteósico se soporta hasta el final, y con ese desenlace se firma la paz, vitorean desde la platea al palco el conde con chistera y la frígida que le resucita repentino un instinto voraz. Ataduras de los pies finiquitó, y al aflojar el cordaje que estrangulaba mis brazos en la viga cayeron los mangos a plomo, que en la espléndida angustia de los amarres prolongados se ha extenuados mi bíceps y mi lomo. Andadura recobro que me tambaleo cual pato sobre una capa de aceite, y al recobrar la luminosidad de mis prismáticos miré a mi alrededor, última pieza es cuya mordaza ha examinado mi maxilar mordedor. Preguntó mimoso cómo he logrado esta proeza impresionante, es tan extraordinario e inusitado cual recolectar margaritas por enero, ¡te contaré tras cenar!, que me hallo extasiada y exánime, mas dime, ¡qué te ha parecido!, y príncipe desveló su melancolía, ¡mañana ha de ser repetido!
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